La mayor parte de la obra en esta colección fue creada bajo las circunstancias extraordinarias del confinamiento. Encierro, reclusión, aislamiento, pausa. La sensación de mundo detenido se percibe claramente en el detalle de las obras. Hay espacio para la reflexión, para mirar hacia los lados, inhalar y exhalar. El respiro es el elemento común a través de los cuadros que retoman la singularidad artística de Marcela Rosado como una gran coleccionista de elementos y sensaciones, y muestran una madurez en tono, composición y fundamento. Su obra continua siendo táctil, vibrante y vital, inspirada en la naturaleza: hay vestigios de caminatas por el campo, de paseos por la playa, de estructuras orgánicas y relieves creados por tiempo y experiencia. Se habla mucho del efecto global que ha tenido el aislamiento, la pausa obligada a la que nos ha sometido la pandemia sobre nuestro medio ambiente: aguas y cielos más limpios, animales que vuelven a habitar zonas que habían abandonado, renacimiento de plantas y recuperación de espacios.
La huella del hombre desaparece; la naturaleza respira y aprovecha su exhalación para recordarnos que somos simples huéspedes en este espacio al que debemos más respeto. Encontramos una clara síntesis de su mirada pausada, su reflexión y una vuelta a los elementos orgánicos y naturales plasmados sobre el lienzo. Las texturas y pigmentos están elegidos cuidadosamente, y es como si la pausa en el medio ambiente de la inspiración y el momento creativo de la autora haya dado espacio a más aire, a más tiempo - a deshacerse de lo superfluo, volver al origen, detenerse. Respirar.